Queridos amigos, amidogs y amicats de “Paraíso Mascota”, aquí estoy para contaros una historia que estoy segura os va a encantar. Este mes de enero mientras uno de mis amos me ponía la correa para ir a la calle, me dijo:
- Neska, hoy te hemos engalanado y bañado porque vamos a ir a un sitio muy especial. Vas a conocer a un personaje muy importante para las mascotas.
- Me moría de curiosidad. A las mascotas también nos gusta cambiar la rutina y ver caras nuevas caras perrunas. Estaba harta de tanto parque. ¿De quién se trataría?
- El camino se me hizo larguísimo, pero por fin, estábamos en la calle Hortaleza. Y me quedé, como decís los humanos, sin habla, bueno… mejor dicho sin ladrido. Estaba ante una fila enorme de humanos con sus mascotas, no solo había perros y gatos sino animales de todo tipo, loros, cobayas, pájaros, había hasta un cerdito que luego me enteré ¡qué era vietnamita! ¡Qué escena tan divertida!… que razón tenía mi humano. Pues resulta, que estábamos celebrando el día de San Antón, patrón de los animales. No tenía ni idea de quien era, así que hice lo que hago siempre… poner mi oreja perruna en acción. Y esto fue lo que escuche:
“San Antón, también conocido como San Antonio Abad, nació hacia el año 251. En una pequeña localidad de Egipto en el seno de una familia acomodada. Cuando tenía 20 años entregó todas sus riquezas a los pobres y se retiró al campo para dedicarse a la contemplación de la naturaleza. De esta contemplación nace su amor por los animales que fueron sus únicos compañeros y que le dieron la paz que buscaba”.
- Detrás de nosotros había una señora que llevaba un chihuahua ataviado con una elegante mantita mexicana, parecía muy enterada y siguió contándonos la historia:
“…En los tiempos actuales, decía, el respeto y amor por los animales parece algo normal, pero que, en el siglo tercero, época en la que el concepto que tenemos hoy de “mascota” estaba por inventar, que San Antón les concediera la importancia que les damos hoy e hiciera un alegato en su defensa, constituye un hecho muy excepcional, de ahí que nuestro patrón sea tan importante”.
- Y yo, Neska, estaba totalmente de acuerdo. Poco a poco íbamos avanzando en la fila y cada vez estábamos más cerca de la imagen del santo que tenía una pequeña jabalina a sus pies, ¿tendría algún significado?, y mi amo que es casi tan curioso como yo, le preguntó sin dudarlo a la dueña del chihuahua.
-Y esa pequeña jabalina que reposa a sus pies?… Seguro, que también se sabe su historia.
- ¡Por supuesto!
Y comenzó su relato:
“… Cuenta la leyenda que, en uno de sus solitarios paseos, se cruzó en su camino con una Jabalina. Estaba ciega y andaba sin rumbo. Cobijados detrás de unos arbustos se escondían sus crías asustadas e indefensas. San Antón conmovido, se agachó, le acarició los ojos y la jabalina recuperó la vista. En agradecimiento ya nunca se separó de su lado. Con esta curación nació la creencia popular de que bajo su bendición los animales estarían protegidos.”
- Me encantó la historia. Habla de los fieles y agradecidos que somos los animales con quien nos da cariñó. Este San Antón cada vez me cae mejor. Pero mi aventura no había terminado y la historia de nuestro patrón, tampoco.
- Pero… ¿Cuáles son lo orígenes y las partes de la fiesta? – preguntó mi amo – y siguió con su relato mientras el chihuahua nos miraba con cara de despistado.
“…Después de la curación de la jabalina, la admiración por San Antón fue creciendo y sus curaciones se hicieron cada vez más populares en las pequeñas zonas rurales donde, los animales eran imprescindibles para el mantenimiento de la vida diaria. Los bueyes araban los campos; los burros transportaban no solo personas sino pesadas cargas, y algunos, como el cerdo alimentaban a una familia entera durante un año, en fin, que cuando venían enfermedades como la peste, o las plagas y los animales enfermaban, la vida del campo se paralizaba y la gente moría. Por eso, los campesinos de los poblados acudían en romerías con sus animales a la iglesia para que San Antón les bendijera y gozaran de buena salud durante el año. Esa costumbre, que nació en la edad media, ha llegado hasta nuestros días solo que en vez de animales de campo le llevamos nuestras mascotas domésticas.”
La festividad tiene lugar el 17 de enero en la iglesia de San Antón, calle Hortaleza 63 y consta de varias partes:
Se inicia el día anterior con la venta de panecillos o pastas dulces en alusión al panecillo que le ofreció el cuervo en su célebre encuentro con San Pablo en el desierto.
Ante la cara de sorpresa que pusimos los dos, exclamó:
- ¡Ah…! ¿Qué tampoco sabéis lo que dice de este encuentro la leyenda?
- Nuestra cara y mis orejas contestaron a su pregunta.
“… Cuenta la leyenda que en una ocasión cuando se encontraba en el desierto meditando junto San Pablo, un cuervo le ofreció un panecillo que portaba en su pico. Los panecillos y pastas que se ofrecen a todos los participantes en la fiesta simbolizan este momento, y son tan sencillos porque nos recuerdan lo dura que es la vida en el desierto. Este momento fue inmortalizado por Velázquez en 1.634 en un cuadro titulado “San Antonio Abad y San Pablo ermitaño”. Lo podéis encontrar en el Museo del Prado.”
- Ya el día 17 de enero tienen lugar las “vueltas de San Antón”, que consisten en recorrer con las mascotas las calles de Hortaleza, San Mateo, Fuencarral y Hernán Cortés y que nos recuerdan a las antiguas romerías medievales.
- Y después de las célebres vueltas, llega el momento estelar de la fiesta… La bendición de los animales. Este es un momento muy especial y divertido en el que todos los participantes van desfilando con sus mascotas para recibir la bendición y pedir salud y protección para ellas.
Ah... Se nos olvidaba deciros a la edad que murió, pues nada más y nada menos que a los 105 años ¡!!, que os parece? Y todavía, sigue vivo en nuestro recuerdo cada 17 de enero.
Como este es un día muy especial para las mascotas, es costumbre hacerles un regalito, así que, no olvidéis pasaros `por la tienda de “Paraíso Mascota” y comprar alguna golosina o juguete.
Esperamos que la historia de os haya gustado la historia de San Antón, el patrón de los animales.